Cómo saber que aquella noche que le dije a mi Mamá que la amaba muchísimo, serían palabras de despedida, me hubiera encantado poder decirle mil cosas más, agradecerle por tanto y llenarla de besos. Pero nunca estamos preparados para un “Adiós”, tristemente es la ley de la vida, despedirse de personas que amamos pero les llega su momento y se van, aunque no del todo, porque siempre los tenemos presentes y los inmortalizamos en el recuerdo.
Decimos Adiós también a pequeños trozos de existencia, a momentos, a relaciones, unos menos dolorosos que otros, porque a veces es para dar la vuelta a la página de tu vida, y poder escribir cosas mejores. En ocasiones, somos nosotros quienes tenemos que decirlo y nos cuesta trabajo, debemos estar muy seguros que ya no queremos a esa o esas personas en nuestra vida, que deseamos caminos distintos, que en la despedida cerramos un capítulo, donde ya no hay marcha atrás; etapas que se pueden olvidar fácil o que dejan cicatrices y nos hacen crecer.
Pero el peor Adiós es el que nunca se pronuncia.. Esas personas que desaparecen de tu vida sin razón, que solo se marchan como si nunca hubieran existido, sin un “hasta pronto” o “hasta nunca”.
En resumen dos cosas importantes; la primera, decir Adiós a veces es necesario aunque no quieras pronunciarlo, y lo sabrás cuando te des cuenta si en compañía de esa persona, aún así te sientas solo.
La segunda, no dejes pasar un solo día sin demostrarle y decirle a la gente que quieres, cuánto la quieres, porque no sabes si mañana estarán o si ya no estarás tú.