viernes, 27 de julio de 2012

Anécdota

Yo, personalmente, prefiero la locura de la imaginación, pero hay otros tipos de locura muy peligrosa.

Todos, creo que todos, conocemos ya la matanza que un tipo llevó a cabo en una sala de cine durante el estreno de Batman. The Dark Knight Rise ¿el tipo está loco? probablemente, ya lo sabremos después, pero ese acto ha desatado, según las noticias, otro tipo de locura: paranoia. Hay mucha gente que ya no quiere ir a verla y al parecer ya hasta hubo arrestos porque alguien dijo "pistola" en una sala de cine.

Todo esto me recordó un episodio de hace unos 9 años, o sea unos dos años después del atentado contra las Torres Gemelas, que a continuación les cuento, ya ustedes sacarán sus conclusiones, la mía es que los gringos están locos, ahí les voy:

En un punto de la frontera México - EUA estaban un grupo de gringos haciendo trámites, en una oficina que tenía ventanales de piso a techo. Cerca de ahí, en territorio de EUA, había una base aérea de la US Air Force, tan engrandecida por Hollywood, algunos aviones que tenían en esa base eran capaces de romper la barrera del sonido, al hacerlo producían un estruendo parecido a una explosión y la masa de aire vibraba en varios kilómetros a la redonda, creo que a todos nos queda claro que las fronteras son hechas por y para los humanos, el estruendo y la vibración en el aire no se quedaba en territorio gringo.

Sucedió que estando los gringos con su clásica vestimenta, si creen que el cliché del mecsicano durmiendo a la sombra de un cactus (órgano/sahuaro) envuelto en un sarape a rayas de colores y con un sombrero enorme, es divertido, es que no han visto a los gringos, bermudas con bolsas en los costados de las perneras (que ellos llaman fatigues), camisita floreada, piel roja (y dizque son arios), sombrerito a la Indiana Jones y "huaraches" Nike, los gringos estaban, como decía en una oficina, desenfadados ellos, cuando un avión pasó cerca de la frontera y rompió la barrera del sonido, provocando que casi al instante los ventanales vibraran con intensidad. Todo el tiempo que yo me tardé en escribir esto, incluso el que ustedes tardaron en leerlo, fue una eternidad comparado con el tiempo en que el grupo de gringos reaccionó.

Dos tirados en el piso, bocabajo, cubriéndose la cabeza con las manos, otros estaban ya dentro de sus "Jeeps" agazapados y con el motor encendido, listos para salir huyendo, y un despistado que, atrapado en su histeria, quedó congelado pero con el rostro tan desencajado que reflejaba que, si no se había cagado, estaba a punto de hacerlo.

Por supuesto que yo sí me cagué, pero de la risa, y no pude evitar pensar: el miedo no anda en burro, mucho menos en donkey.

Y por último les recuerdo que nos pueden leer en www.pitartemagazine.wix.com/pa

lunes, 16 de julio de 2012

El inevitable paso de los años


Le preguntaba a una ‘abuelita’  a qué le sabe la vejez, que se siente tener toda una vida llena de experiencias, de tantos recuerdos, de sabiduría que se va adquiriendo obviamente con el paso del tiempo; tantas cosas que habrán visto sus ojos, tantos consejos que dar, todo ese camino recorrido, muchas interesantes historias que contar.

Y me responde con voz temblorosa: - “Las cosas antigüas ya pasaron de moda, incluyéndome a mi,  como si poco a poco me fuera borrando del mapa; dejaron de tomarme en cuenta, ahora soy como parte del mobiliario de la casa. Aún recuerdo cuando mis nietos me llenaban de besos y se sentaban a mi lado para pedirme que les contara algún cuento, de esas historias que me gustaba inventarles para que fueran buenos niños y se portaran bien; ahora, hay días que ni siquiera me responden un saludo. Mejor me quedo en mi cuarto, que aunque es un poco frío y me duelen mis huesos me da paz y todo el tiempo para rezar o escuchar un poco de televisión, ya me falla la vista, pero no han tenido tiempo para llevarme al médico.
Hace unos días me pidieron que me arreglara para salir, yo estaba muy emocionada, me puse mi mejor vestido, esos aretes hermosos que me regalo en un aniversario mi viejito que tanto extraño, unos zapatos con un poco de tacón y ese perfume que tanto me gusta; ya estaba lista, me llevaron a conocer un ‘asilo’ a donde pensaban llevarme dentro de unas semanas,  porque llegarían visitas y necesitaban mi recámara; yo ya estorbaba.  Regresé con un dolor en el corazón, como si me lo apachurraran, quería llorar y decir tantas cosas pero las palabras no me salían; después pensé que era lo mejor, estar acompañada de otros que estorbaban tanto como yo y así tendría con quién hablar y pasar mis últimos años, y por fin, ya no sentirme tan sola.”

Muy triste que se sientan así muchas de las personas que nos vieron crecer, nos contaron cuentos de niños, nos daban dulces a escondidas.. lo que daría por tener a mis abuelos y poder abrazarlos y escuchar sus historias. La vida se pasa volando, 10 de cada 100 personas en México son de la tercera edad (más de 60 años), con pensiones (si bien les va), que son casi una burla, olvidados como objetos, envejeciendo en una fría soledad; pero aunque sus pasos son más lentos, su piel marcada con líneas de sabiduría, sus cabellos blancos, tienen tanto que enseñarnos; hay que regalarles todo el amor y la paciencia, pero sobre todo respeto; que se sientan plenos, necesitados.
A fin de cuentas, todos vamos a llegar tarde o temprano a esa etapa.

*Nos encuentras también en nuestra revista digital en: http://pitartemagazine.wix.com/pa

lunes, 2 de julio de 2012

No olvido


No bien había dejado la infancia cuando desperté una madrugada debido a una mezcla de ruidos, de golpes y gritos, como una lluvia, pero los golpes mucho más fuertes, no recuerdo quejidos, recuerdo arengas.

En la oscuridad sólo vi a mi madre asomada por una ventana, aún somnoliento pregunté qué ocurría y por qué estaba ahí, el sentimiento de miedo me inundó. Su respuesta fue un "sshhhh" después de que terminó todo el ruido los vecinos empezaron a salir, la calle estaba sembrada de pedazos de plástico duro y transparente, otros de color azul, piedras, trozos y astillas de madera. El miedo dio paso a la incertidumbre, a la confusión, recuerdo a los adultos hablando del número de "antimotines" y cuáles habían sido las rutas de ataque y de escape, de cómo se llevaron arrastrando a sus compañeros heridos, de cómo retrocedían y de las oleadas de contraataque.

Uno que otra persona sangrando de la cabeza y grupos de personas preguntando por un nombre, varios de ellos con golpes en el cuerpo, pero ninguno mostraba signo de dolor, nadie se sobaba los magullones. No entendía qué pasaba. Esos mismos grupos que buscaban a sus compañeros narraban cómo los habían atacado, cómo se habían defendido. Era la madrugada del 7 de julio de 1988. Los atacados eran partidarios de Cuauhtémoc Cárdenas que hacían guardia en la calle, frente a donde se había instalado el comité electoral, a fin de evitar que el encargado de resguardar los paquetes electorales no desapareciera esos mismos paquetes que eran su responsabilidad, los atacantes eran policías.

El encargado de los paquetes era, desde que yo tenía uso de razón, empleado del ayuntamiento, siempre lo había sido, hasta ese mes en que tuvo que huir con toda su familia e instalarse en otro lugar. Salió otra madrugada, resguardado por un fuerte grupo del "honorable" ejército mexicano (con minúsculas). Después de su huída encontró acomodo en otro ayuntamiento, también priista y ahí sigue, nunca destacó, siempre fue un empleado leal, empleado, su operación no le dio para más.

Conocer las historias de todas esas personas, de cómo habían defendido su voto y la de todos los que habían participado en esa elección, me hizo admirar a la izquierda, pero no, no me refiero a los “líderes sociales” me refiero a toda esa gente que cree en una ideología y está dispuesta a morir por ella, no me refiero a todos esos que medran con esas personas para su propio beneficio, me refiero a los que exigen una vida mejor para todos y no para sí mismos.

Tiempo después me enteré de cómo se había fraguado, al menos en ese rincón de México, el fraude que llevó a Carlos Salinas de Gortari a la presidencia, y cómo Cuauhtémoc Cárdenas abandonó, esa fue y ha sido mi percepción, a todos aquellos que defendieron su voto, arriesgando incluso su vida. También fui descubriendo cómo se las gastaba el PRI, supe de JoLoPo, de Echeverría, de Díaz Ordaz, del Negro Durazo, de los Figueroa, de Bartlett, de Manlio, de como cada cacique local dictaba su propia ley, de cómo el ejército ejecutaba las órdenes del poder en contra de la oposición, de los desaparecidos, de los "órganos" impartidores de justicia que más bien eran órganos justicieros. Y muchos y muchos detalles de enriquecimientos muy explicables.

Recordé todo lo anterior, sobre todo aquella madrugada de miedo y de admiración, cuando vi las "tendencias" de este 1 de julio y sólo pude pensar: qué triste