El encuentro terminó a los pocos minutos, eran sólo unas cuantas calles, los suficientes para sintetizar 24 años, pero un espacio diminuto para meter 24 años
- Taxi ¿Quiere taxi?
- Si – Suben al carro
- Tú eres Pito, ¿verdad?
Pito voltea a verlo, tratando de reconocerlo, esforzándose para vencer la somnolencia y la oscuridad de esa madrugada, sorprendido por el comentario y sospechando, en esos tiempos de violencia e inseguridad, de alguna mala pasada. Al fin, después de unos segundos, con recelo pregunta:
- ¿Quién eres?
- Soy Pancho, fuimos juntos a la escuela.
- ¡No juegues!! – Observa su rostro, ahora con barba de candado, pero las mismas facciones que recordaba de aquel niño bajito, de risa fácil y frases ocurrentes – Es verdad, ¿cómo estás?! ¿qué ha sido de ti?...
Encontrar a personas que durante una sexta parte de tu vida fueron parte de tu cotidianeidad, pero que el resto del tiempo no sabías de ellos, salvo por vagas referencias, te produce una ráfaga de sentimientos y una descarga de recuerdos que, ni cuenta te habías dado, ahí se encontraban.
Sin importar el grado de amistad que hubieras mantenido con esas personas, es imposible no asociarlas con tus recuerdos, instantes que desatan una reacción en cadena de otros instantes fotografiados. De segmentos mal acomodados que se presentan sin orden cronológico, pero que, en su momento, representaron un episodio lo suficientemente importante para quedar registrado en algún rincón de la memoria.
Te produce alegría saber que hay personas que se acuerdan de ti, y que son capaces de reconocerte sin importar cuánto hayas cambiado –o cuánto crees haber cambiado- y el tiempo transcurrido. También saber qué pasó con esas personas durante tanto tiempo, es como colocar un bloque en un rompecabezas que estuvo incompleto, aunque no lo hubieras notado, y que se está finalizando.
La nostalgia es inevitable al recordar, y no creo necesario abundar en un sentimiento que puede ser agradable pero que casi siempre va pegado a la tristeza, agridulce pues.
La historia personal de cada uno, es una enorme línea que va dibujándose por el simple paso del tiempo, y que se mueve por la interacción con otras líneas, con otras historias, y que va dejando espacios a causa de esas interacciones, volver la mirada atrás y darte cuenta que esos espacios se van llenando y que, por tanto, va siendo completa, te deja esa sensación, la de saber que tu historia, poco a poco, está completándose.
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