Mientras preparaba la ropa para iniciar el día, miraba por instantes el cuerpo desmadejado en la cama, la sábana dejaba a la vista una pierna, los brazos, parte de la espalda y su rostro estaba perdido bajo el cabello, Había visto la escena muchas veces pero no dejaba de sentirse maravillado ante la imagen.
Recordaba cuando se habían conocido, el primer vistazo había sido de rechazo hacia él y de curiosidad hacia ella. El rechazo era algo común para él, las personas sólo lo aceptaban hasta después de un tiempo de convivencia, y no todos, por eso no reparaba en las muestras de rechazo, sabía que con el tiempo podía ganarse la confianza de quien quisiera. La curiosidad se despertó en él al ver a una mujer con actitudes y maneras de niña y con un aspecto que, a leguas se notaba, no encajaba con el medio donde estaban, era como ver una mariposa en medio de un enjambre de abejas.
Permanecía inmóvil observando las gotas de agua escurrir hasta la coladera, su mente estaba saltando en recuerdos sin ningún orden en el tiempo, de los calurosos días en que los paseos terminaban con un baño juntos, a las escapadas en invierno con un refugio de capas de ropa que lo único que dejaban a la vista era los rostros enrojecidos de ambos, pasando por las tardes interminables hablando de nada.
De los monólogos infinitos de ella mientras él representaba con escenas mentales lo que escuchaba, luchando por mantener la atención en las palabras de ella y al mismo tiempo ausentándose en sus pensamientos, como en ese momento en la regadera.
Terminó de vestirse y se acercó a despedirse de la silueta, donde aún dormía el recuerdo.