Es verdad, andamos muy alejados del blog, pero no lo hemos olvidado, y justo hoy le quiero platicar algo.
En la mañana venía en un microbús (camión, autobus, bus, guagua, colectivo) lleno, como normalmente van, en una esquina subieron 3 personas por la puerta trasera, dos de ellas pasaron sus pasajes, de mano en mano como se hace en esos casos, pero una jovencita de unos 18 años, aún cuando traía sus 3 pesos en la mano, no lo hizo, pensé que era porque intentaba detenerse de alguna forma y llevaba las manos ocupadas.
El conductor, microbusero que se les dice, siguió subiendo gente, para ellos no importa cómo o dónde vayan los pasajeros, lo que importa es que se suban para ganar más dinero. En otra esquina, 2 personas también subieron por la puerta trasera y pasaron sus respectivos pasajes, el microbusero envió el cambio para uno de ellos, cincuenta centavos, cuando me tocó entregar la moneda, ninguno de los pasajeros lo reclamó, así que regresé el cambio a la cadena humana y vi que la monedita llegó hasta el conductor. Aunque cualquiera de los pasjeros pudo haberse quedado con la moneda, total eran 50 céntimos, ninguno lo hizo.
Dos casos en el mismo camión, uno de honestidad colectiva y uno de deshonestidad individual. Cuestión de centavos o de 3 pesos ¿qué sería si se tratara de miles o cientos de miles?
Pues sucede, mi querido don Pito, que hay gente para la que la palabra 'honestidad' simplemente no existe en su diccionario.
ResponderEliminarHay de todo en la viña del señor y no todos somos iguales, por mucho que se proclame esa expresión... como diría mi abuela: "aunque seamos del mismo barro, no es lo mismo bacín que jarro".
Saludos.